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Las condenas desde diferentes países y religiones sacudieron al mundo tras los ataques a dos mezquitas que dejaron 49 muertos en Nueva Zelanda luego que un hombre racista ingresara a los templos y masacrara a sus fieles, en la peor matanza de la historia de este país.


El planeta entero lamentó que la tranquila ciudad de Christchurch, que aún se recupera del gran sismo de 2011, estaba de nuevo conmocionada ayer mientras la policía armada patrullaba las calles y los habitantes trataban de entender lo sucedido, después de que murieran decenas de personas en los templos musulmanes Masjid al Noor y en otro pequeño lugar de culto situado en el suburbio de Linwood.


“Este es el más pacífico, encantador lugar de la tierra y seguirá siéndolo”, dijo a la AFP un palestino que no quiso identificarse.


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Por unos minutos durante las oraciones de ayer, esta “Ciudad Jardín”, un “encantador lugar”, fue escenario de un insondable acto de odio.


Minutos después de que el hombre disparara al concluir la tarde, acudieron al lugar civiles y policías armados para cerrar tiendas y negocios.


Muchos esperan que la sociedad abierta en la que viven no cambie pese a que en unos minutos se registraron tantos asesinatos como los que ocurren en todo un año en el país.




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Resulta claro que este es uno de los días más oscuros de Nueva Zelanda. Claramente, lo que ha ocurrido aquí fue un acto de violencia extraordinario y sin precedentes”
Jacinda Ardern
Primera ministra de Nueva Zelanda

La alcaldesa Lianne Dalziel, con lágrimas en los ojos y conmocionada insistió en la unidad: “Parece que lo peor ha ocurrido y tenemos que unirnos para superar esta situación”.


La primera ministra Jacinda Ardern calificó lo ocurrido como “uno de los más sombríos días de Nueva Zelanda”.


Los habitantes expresaron que están determinados a que esta tragedia, como la anterior, contribuirá a mantener unidos a los habitantes de Christchurch, sin que importe la religión que profesen.




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Condena global


El atentando suscitó una cascada de condenas en todo el mundo, desde el papa Francisco hasta la reina Isabel II, pasando por el presidente estadounidense, Donald Trump, y su homólogo turco, Recep Tayyip Erdogan.


En Australia, el Primer Ministro Scott Morrison apuntó que el hombre acusado por la matanza era “un extremista de extrema derecha, un terrorista violento”.




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Por su parte, Trump condenó en Washington la “horrible masacre” en la que “gente inocente ha muerto de forma insensata”. Trump, en cambio, desestimó que el extremismo de ultra derecha sea una amenaza importante.


De su lado, la primera ministra de Noruega, Erna Solberg, formuló un llamado para luchar contra “todas las formas de extremismo”, y recordó los atentados perpetrados en 2011 por el noruego Anders Behring Breivik, que dejaron 77 muertos.


En Londres, la reina Isabel II (quien es jefa de Estado de Nueva Zelanda) dijo sentirse “profundamente” entristecida por los ataques.


A su vez, la jefa del Estado alemán, Angela Merkel, apuntó que las 49 personas victimas en Nueva Zelanda fueron “asesinados por el odio racista”.